A MI ME CONFUNDIERON
Mateo 28, 16-20
“Tu papá te va a castigar…”. “Deja que llegue tu papá para que tú sepas lo que es bueno...”
No sé si estas expresiones son todavía frecuentes en los hogares actuales, pero en mi tiempo eran muy comunes.
La figura del papá era una amenaza. Le teníamos miedo. Lo veíamos como un juez implacable, que dictaba sentencia y aplicaba un castigo inmediato sin derecho a apelación.
EL PADRE
Cuando me enseñaron el Padrenuestro, traspasé inconsciente e inmediatamente ese miedo a Dios.
Para mí hubiera sido mejor que me enseñaran el “madre nuestra”, porque identificar a Dios con una mamá me hubiera acercado mucho más a la verdad. Total, que a mí me confundieron. Yo no tenía ni la más mínima idea de que “papá Dios” era también, igualmente, “mamá Dios”, y que de ninguna manera y bajo ningún concepto, era alguien a quien yo tuviera que tener miedo.
He aprendido que lo contrario de amor no es odio, sino miedo, y hoy, después de muchos años de revisión y reconstrucción de mi imagen de Dios Padre, he comprobado que tenerle miedo a Dios es la cosa más injusta y contradictoria que puede uno hacer.
Y le he encontrado pleno sentido a esta frase:
“EL CRISTIANO ESTÁ LLAMADO A
DESCUBRIR EL AMOR DEL PADRE,
Y A SABERSE PROTEGIDO POR EL”
(Juan Pablo II)
EL HIJO
Todo esto acerca del Padre me lo ha revelado su Hijo Jesucristo. También me ha dicho que no es cierto que yo he nacido para vivir sufriendo sin sentido en un valle de lágrimas. Que él me ha salvado, y ha conseguido para mí la misma vida que él tiene.
Además me ha abierto de par en par la puerta para entrar en una relación de intimidad y de total confianza con ese Padre suyo y mío, a quien él me enseñó a llamar “abba”, o sea “Papá”, “papito”.
Quizás no haya nada que yo agradezca más al Señor Jesús, que el hecho de regalarme la capacidad de tener una relación amorosa con su Padre, y de revelarme que sólo porque yo lo reconozca y me acoja a el, su Padre será también mi Padre.
(1ra Juan 2,23 y 3,1).
Un padre en quien puedo confiar absolutamente, sin miedo alguno, ya que su amor por mí es incondicional y gratis. En resumen, UN PADRE EN CUYOS BRAZOS PUEDO DESCANSAR.
El es la imagen visible del Padre, y está entre los hombres “COMO EL QUE SIRVE”
(Lucas 22,27)
EL ESPIRITU SANTO
Pero hay más. El Padre y el Hijo me han regalado su Espíritu, para que se convierta en mi maestro y guía interior, para que jamás esté solo. Para que nunca sea presa de la desorientación ni del desaliento, puesto que siempre puedo acudir a ese Espíritu que vive en mí y recibir de la sabiduría y fortaleza.
Este Espíritu es quien me ha ido ayudando desde mi interior a entender la verdad, que es JESUCRISTO, y la fuente del amor que es EL PADRE.
Le dicen “el gran desconocido” porque nunca habla de sí mismo, sino del Padre y del Hijo.
Estos son algunos datos simples acerca del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hoy es su día: el día de la Santísima Trinidad.
Misteriosa realidad que da, sin embargo, fundamento y sentido a la vida humana, ya que la experiencia de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre, y la comunión del Espíritu Santo no es algo abstracto, sino historia nuestra, concreta, e ilusionante experiencia personal.
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