Dice Azorín sobre las contradicciones: "Ha escrito un filósofo que ni la contradicción es verdad ni lo es de verdad la incontradicción. Todo cambia en la vida. A los veinte años, en plena ardorosa mocedad, pensamos de una manera; pensamos de otra cuando la edad ha ido transcurriendo y los entusiasmos se han enfriado. La experiencia del mundo enseña mucho, una ilusión que se realiza es un cambio que se opera en nuestra manera de ser. La ingenuidad no resiste al tiempo; la experiencia se va formando lentamente de desengaños. ¿Y cómo pudiera pensar lo mismo un hombre experimentado, que conoce los hombres y que ha sufrido, que un mozo que se lanza a la vida lleno de fe, inexperto y candoroso? Si cambia la sensibilidad, ¿cómo no ha de cambiar el pensamiento?
No pasa día sin que traiga una rectificación a nuestros juicios. Solo los insensibles permanecen iguales. Lo que por nuestros ojos pasa va dejando un sedimento de ideas, de juicios y de sentimientos, que se renuevan a lo largo del tiempo. La naturaleza, en cuyo seno nos movemos, va renovándose, cambiando. ¿Y pretendemos nosotros ser los mismos en todos los momentos, a lo largo de treinta, de cuarenta, de sesenta o de ochenta años? ¿Y pretendemos que en medio de esta renovación universal, formidable, sea siempre una y la misma esta cosa tan sutil, tan delicada, tan etérea, que se llama el pensamiento?...
Obremos en cada momento, según lo que estimemos oportuno, benéfico y justo."
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