El borrador de Dios
Cuando yo era pequeño, mi abuela solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba que estaba haciendo. Ella me decía que estaba bordando.
Yo observaba el trabajo de mi abuela desde una posición más baja que donde estaba sentada ella, así que siempre me quejaba diciéndole que desde mi punto de vista lo que estaba haciendo me parecía confuso.
Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: “ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejare verlo desde mi posición”. Me preguntaba porque utilizaba algunos hilos de colores oscuros y porque me parecían tan desordenados desde donde yo estaba.
Unos minutos más tarde escuchaba la voz de mi abuela diciéndome: “Ven siéntate en mi regazo” yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver lo hermoso que era aquel atardecer o aquella bella flor en el bordado. No podía creerlo, desde abajo todo se veía tan confuso.
Entonces mi abuela me decía: “oye, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de había un plan arriba”. Había un diseño, sólo lo estaba siguiendo. Ahora míralo desde mi posición y sabrás lo que estaba haciendo.
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